Entreletrascaí

martes, 30 de septiembre de 2014

Axiomas escritos en cartas

Hola, espero que estés bien.
La verdad, aunque parezca simple, no es fácil escribirte, nunca lo ha sido  y mucho menos cuando es a modo de despedida.
Para mi es necesario, aun sin tener en cuenta la trascendencia que pueda tener este mensaje, despedirme, de ti, porque tal vez no tenga la oportunidad de hacerlo de otras formas, porque me importas y realmente valoro los momentos en los que te tuve cerca.
No soy tan buena con las palabras, pero hay ocasiones y personas que las requieren. Alguna vez te dije que lo valías todo y sí, lo vales, en realidad te mereces tantas cosas buenas, infinidad de buenos momentos, por ser quien eres.
Siempre he pensado que hay dos tipos de personas y sucesos. Los que pasan sin dejar huella, esos que a duras penas se recuerdan y pasan con cierto aire de olvido. Pero también están esas personas y sucesos que tienen cierta trascendencia, esos que son capaces de dejar marcas por donde pasan, que transforman realidades, los inolvidables.  Haces parte de los segundos, poco tiempo después de conocerte ya eras alguien especial, con tus bromas, tus risas, tu forma de decir las cosas, tu forma de saludar,  tu sonrisa inolvidable y como olvidar esa vez que me ayudaste con algún trabajo de matemáticas. Tú tan único, tan simple, pero  a la vez complejo, tu dejas huella y difícilmente puedo negar que te quiero, por lo que ya he dicho, por lo que tal vez sin darte cuenta me has enseñado,  siempre has sabido cómo hacerme sonreír.
Es tan difícil despedirme, te vas, sin saber si sea la última vez que te vea o sepa de ti, sin poder hacer nada a parte de escribirte quizás por última vez. No será fácil, acostumbrarme a pasar por donde estabas y no verte, querer saludarte bajo cualquier excusa y encontrarme con que ya no estas, las cosas cambiaran de significado, ya no serán nada o en su defecto serán tu ausencia, las ganas de verte y no encontrarte.
Es que no tengo una buena razón para explicar porque hay tanto de ti que se ha quedado en una parte de mí, nunca trate de explicármelo, tal vez porque hay cosas que simplemente llegan, carecen de sentido y se aceptan. Cosas que pesé a que buscas, nunca esperas que lleguen pero increíblemente de un momento a otro aparecen y se quedan para siempre.
Todo esto, para decirte que eres muy importante para mí, indistintamente de lo que pasó en algún momento, de  lo que significaste, algunos meses después de conocerte supe que serias alguien especial en mi vida y solo quedan buenos recuerdos, los mejores, miles de agradecimientos, por hacerme pasar tan buenos tiempos, por ponerle ese toque de misterio, por hacerme reír, por los abrazos, los mensajes, las llamadas, las miradas, por todo.
La verdad, es muy difícil para mí decir un adiós que nunca planee, algo que vi muy lejano. Sabía que algún día te irías, ya hace algunos años me habías dicho que te ibas a ir por lo de la reforma, aunque no sucedió ese día, inexplicablemente me dolió y no pude evitar dejar escapar una que otra lagrima, quería que te quedaras aunque fuera solo para verte y saludarte. Sin embargo, aunque no te fuiste en ese momento, supe que ya eras tan importante para mí como para extrañarte.
Supongo que ya es hora de despedirme de ti más no del recuerdo, de las palabras, ni de los momentos. Entender que es hora de verte marchar y como tal vez no este cuando te vayas, decidí escribirte después de pensarlo mucho y de combatir con ideas como que quizás te de pereza leer esto, que eres poco expresivo y a lo mejor no entiendas el porqué de este mensaje, que tal vez te parezca que exagero y no entiendas tampoco el porqué de la trascendencia. A lo anterior, creo que no hay muchas respuestas además de las que ya mencione y creo obvias. Sin embargo también entendí que  esto más allá de ser algo para ti, lo es también para mí, es una forma de cerrar el ciclo más fácilmente, dejarte ir.
Te quiero mucho. Me harás muchísima falta. Te pensaré. Querré hablarte, verte, saludarte, abrazarte, llamarte. Sin embargo quiero que sea un Hasta luego.
Cuídate Mucho, mis mejores deseos en tu nuevo trabajo, que te rodeen buenas personas, tengas nuevas experiencias, que se cumplan todos tus sueños… buen viento y buena mar.
Tuya,
Lina.





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viernes, 12 de septiembre de 2014

Eternos

Cuerpos.  Son solo eso, huesos y piel.
No existe culpa, porqué habría de sentirla, eran cuerpos tristes, yo les di vida. No me arrepiento, yo más que nadie he sabido hacerlos feliz, vivo de eso, quien mejor que yo para cumplir sus más oscuros deseos, ser su principio y fin.
¿Quién soy? La noche, la innombrable, la felicidad secreta de los hombres casados y  los solteros, de una que otra chica confundida, soy calle, soy luces rojas, soy bebidas gratis, soy polvo, soy rojo carmín en camisa blanca, soy su escape, su vida, amor a cuotas.
¿Que como me llamo? A veces  Lulú, también Sofía, Andrea, Laidy,  María, Magdalena, finalmente que importa como sea mi nombre,  soy sexo,   sudor, gemidos, billetes, lo que el dinero y usted desee que sea.
Ocho y treinta, ya lista para para vender, carmín en la boca, tacones altos, tal vez un pase para dar impulso. Empieza la música, me deslizo,  me anuncian, todos aplauden, me tocan, me tiran dinero, anillos, cartas, besos, sueños, sobre todo eso. Termina el show, bajo al público, me aclaman, desde el alcalde hasta el actor, todos tan iguales, el gringo, el negro, la puritana, la casada, el casado, el ejecutivo, todos me buscan, me requieren.  Siempre es lo mismo, hablas y bebes en cinco minutos, concretas, convences y listo el servicio, cien el cuarto de hora, negociables, claro, dependiendo la noche.
A veces solo quieren hablar, de sus familias, de su trabajo, pagan para que los escuche, son tan miserables y yo tan sublime.  Otros solo quieren cenar, compañía, eso es lo que pagan la mayoría. Yo los leo, los beso, los escucho, los aconsejo, los abrazo, los amo por un instante, son míos, yo soy suya, por quince minutos o lo que les alcance el billete, quizás para siempre.
Todo esto es un rito, yo soy su diosa, su ofrenda, su vida, no quiero su dinero, es sucio, no sirve para nada, quiero su último suspiro, deseo ser su última complaciente, su final deseo. Los beso, los bautizo con mi lengua que se desliza por todo su cuerpo, los tatúo, los marco. Después de la gran iniciación, algunos dejan de interesarme, Dios también pierde interés en algunos de sus fieles, no todos podrán ser eternos. 
Cierro el rito con agua, como todos los demás cultos, sigue el carmín pero más tenue, gotas rojas en mi cuerpo, rojo oscurito mi color favorito, el agua la vuelve más clara hasta diluirla y casi desaparecerla. Huele a vida, vida después del sexo, que ironía. Suena el teléfono, dejó que timbre un par de veces, aún estoy en trance, sigo trabajando, estoy con un cliente, o con el que era un… bueno en fin
, aquel que ahora es parte de mí, de mis secretos, de mi jardín.
Desnuda salgo con él, a ver las estrellas, lástima que no pueda decir nada, sigue tibio, conserva mi calor, oculto su cuerpo para que solo quede el recuerdo de su último ruido, suspiro, la sonrisa en la cara, el placer. Suena la puerta, debe ser la vecina, siempre anda  pendiente de lo que no le importa, ya se lo que vendrá,  sospecha algo,  siempre mira como si supiera algo, que busque lo que quiera, solo encontrara mis feligreses, mis fieles o lo que solían ser antes de ser inmortales.
Suenan sirenas, ambulancias, debe ser algún incendio, o la vecina, quien sabe. Suena la puerta, es un oficial, acompañado de la vieja del lado, los invito a seguir, les ofrezco café para ser cordial, tal vez ese policía pueda ayudarme con  mi problema del tubo roto en el jardín. Lo dirijo hacia allí, le advierto que tenga cuidado con pisar mis entierros, así los llamo, me arregla el tubo, que bueno es, le doy las gracias y le entrego una de mis tarjetas, sonríe agradecido, seguramente se convertirá en uno de mis feligreses.